miércoles, 20 de marzo de 2024

Pruebas Agelasto, médicos, etc

Pues nada, ahí sigo realizando pruebas médicas, tras las últimas resonancias (cerebral y lumbar) de hace unas semanas. Lo mejor es que ya tengo una fotografía de mi cerebro, así que aquel que me pregunte como soy por dentro, solo tengo que enseñársela. Mañana tengo que realizarme una electromiografía, al parecer te introducen unas agujitas en el cuello y luego te dan unas descargas eléctricas. Con ello  se puede apreciar la actividad eléctrica del sistema nervioso, por si existiera alguna compresión de un nervio en la médula o en cualquier otra parte. Cosas así. Por otro lado, a primera hora de mañana también tengo que realizarme una una analítica más exhaustiva (no una normal que ya me realicé tiempo atrás junto a exámenes de orina), para determinar desde tiroides, herpes o distintos virus que pudieran haber invadido mi sistema nervioso, o incluso que padeciera alguna enfermedad autoinmune. A ver si definitivamente dan con lo que tengo, porque ya estoy cansado, física y mentalmente, sin poder llevar una vida mínimamente decente, y con todos las limitaciones y padecimientos que conlleva, aparte del factor estrés y ansiedad. El ánimo termina por los suelos, para que engañarnos.

De todas formas, en las últimas semanas, aunque no puedo escribir todo lo que me gustaría ni mucho menos, he podido correguir poco a poco Agelasto, y darle un tercer episodio, con lo que la novela queda cerrada en 200 páginas (cerca de 60 mil palabras), y he realizado unas impresiones a un tamaño mayor y con un diseño de portada que creo más adecuado. Evidente el pesimismo de la historia no deja de ser un reflejo del momento en el que la he escrito y mi estado de salud. Supongo inevitable. La historia, que puedo calificar como de novela existencialista de ciencia ficción, con toques de terror y algunas escenas realmente perturbadoras, veremos hacia donde va, y si tiene salida editorial.

Sobre La sonrisa de Klara, en este momento está siendo valorada por un escritor y un periodista bastante veteranos, ambos con una gran trayectoria profesional (el primero ha publicado varias novelas y cuentos, el segundo ha sido director de un periódico durante más de veinte años). Veremos que me cuentan, y luego que se puede hacer con ella. He estado, estas semanas también, realizando una reescritura y correción de algunas escenas del principio de la novela que no me terminaban de convencer, no cambiando nada de la historia sino añadiendo o mejorando algunas cosas que habían quedado mal o no estaban completas o bien explicadas, sobre todo dentro de cierta crítica social que encierran.

Por último, aquí unas imágenes de las impresiones de muestra de Agelasto en esta versión, para un par de amigos que las lean y me digan un poco que les parece. Y de momento esto es todo por hoy. Saludos y salud para todos.







miércoles, 24 de enero de 2024

Agelasto (impresiones y correcciones)

Aquí tengo una muestra impresa de la novela AGELASTO (con esa portada y contraportada creadas a vuela pluma) a un tamaño de 13,5 x 20,5, versión compacta. Como se puede apreciar es finita, apenas 150 páginas, que, en comparación a La sonrisa de Klara se queda en nada y se lee en dos ratitos (aunque no es una novela fácil, porque es cero por ciento comercial, como no podría ser menos, a mí comercial no me sale nada). Se trata de una novela que podríamos encuadrar dentro de un género llamemóslo existencialista (y) de ciencia ficción

Aprovechando para realizar las últimas correciones directamente a lápiz en esta versión impresa en una terraza soleada (a ver si se mantiene este sol unos días) con un café hirviendo, para luego pasarlas a la versión digital.  













lunes, 15 de enero de 2024

Agelasto. Novela corta. Mi segunda novela.

Mitad de enero y el invierno transcurre sin estornudar. Mi hermana pequeña y mi cuñado han pillado (o les ha pillado él) el Covid la semana pasada. Al parecer él ha pasado dos días malos sin poder coger el taxi y ella, aunque ha ido a trabajar esta semana pasada a su tienda de zapatos, lo ha pasado mal. Por suerte va todo bien. Yo de momento ni gripe ni Covid, estamos pasando una epidemia fuerte por aquí, así que no se puede descartar nada, aunque ya me tocó el año pasado y creo que ya tengo bastantes problemas de salud encima, casi dos años sin descanso. No quiero más, please. Primero al menos curar los que tengo si es posible o al menos que terminen dando con lo que padezco, que por extraño que suene aún no lo sé tras haber pasado por el microscopio de toda clase de especialistas públicos y privados. Pendiente aún de resonancias magnéticas (espalda, lumbar y craneal), y a lo mejor una angiografía. De momento he comenzado a realizar ejercicios paravertebrales por mi cuenta desde antes de Reyes, y tengo intención de apuntarme a un centro de rehabilitación esta semana, ya que llevo esperando siete meses a que me llamen de rehabilitación en la Seg. Social, y para algo que nada tiene que ver con mi dolencia, lesión o enfermedad. Sí no funciona me haré la resonancia cráneal en un privado para descartar cosas realmente serias, según me recomendó un neurocirujano privado. Estoy algo preocupado, no es para menos.

Lloradas las penas sin pan voy a dejar aquí una cosita. Son la portada y la contraportada (esta última con su sinopsis incluida) de una pequeña novelita que he escrito en algunos ratos durante los últimos no sé, tres o cuatro meses. Entre medias estoy/estaba (ya no lo sé porque no puedo escribir bien) desde hace bastante más tiempo, escribiendo dos novelas largas: una, la segunda parte de La sonrisa de Klara, de la cual tengo un montón de trabajo hecho ya que la inicié mientras escribía la primera parte (estuve escribiendo las dos a la vez y tuve que aparcar una), y que he tenido que aplazar en varias ocasiones, y otra sobre Julia, una mujer de mediana edad (56 años) que trabaja en la biblioteca pública de Gerasa, su ciudad de nacimiento, y que debido a un suceso luctuoso ocurrido meses atrás termina viajando a un curioso pueblo acompañada de su perrita Témpora. Allí, paseando por una playa cercana -y ante su total asombro-, se topa entre palmeras un edificio blanco de dos o tres plantas cuyo cartel dice "Sanatorio espiritual". A partir de ahí indagaremos en la psicología de esta mujer y el terrible trauma que arrastra desde su infancia y ha olvidado, aparte de conocer a personajes de lo más extravagantes como el alcalde Troski, el doctor Yoshimoto, el bibliotecario del pueblo Adolfo Ruifáchez, Adriana, la cocinera sordomuda del hostal donde se hospeda, o Konstantios Nikolaidis, un vendedor de marionetas griego, además de muchos de los pacientes con los que encontrará en ese extraño sanatorio. 

Ninguna de las novelas tiene un título definitivo, pero si tengo idea de subir durante este año algunos episodios de la segunda parte de La sonrisa de Klara (que es una historia independiente a la primera, ya que está ambientada once o doce años después ésta, pero en la cual salen algunos de sus personajes principales y se rememoran tiempos pasados también) e incluso de la otra novela también, siempre y cuando las cosas vayan más o menos bien, que mi salud vaya adelante y todo eso. 

Y dicho todo esto vamos con la novela.

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Agelasto, que así se llama esta novela corta, en un principio no era sino un pequeño relato que estaba escribiendo cuando dejé aparcadas las dos novelas comentadas (en realidad también estaba escribiendo otro relato que tengo por ahí a medias). En cierto momento decidí terminarlo y entonces fue ampliándose hasta acabar convirtiéndose en esta nouevelle o novela corta de apenas 150 páginas (poco más de 36.000 palabras.), de la cual subiré algo también. Es una novelita de corte existencial que puedo decir ya que, inesperadamente, se ha convertido en mi segunda novela.

Sinopsis: Un hombre de mediana edad se encuentra confinado desde hace varias semanas en su piso de un barrio de extrarradio a causa de una pandemia. A partir de ahí nos iremos adentrando junto al personaje en un mundo crepuscular, que irá gravitando entre lo real y lo onírico lo neurótico y lo fantástico, con supuestos parricidios en masa, teorías conspiranoicas recorriendo las redes, sueños angustiosos y una invasión de gaviotas hambrientas que atacan a los seres humanos. Todo ello en un barrio que se va a convertir de la noche a la mañana en un inmenso vertedero debido a la aparición de unos extraños camiones negros que irán apilando montañas de desperdicios en las aceras.  





domingo, 17 de diciembre de 2023

Regalos de cumpleaños. Dos novelas.

Pues nada, aquí estamos a mitad de diciembre, terminando 2023. Acabo de ver que llevo más de tres meses sin subir nada, lo cual no es casualidad, ya que la razón no es solo que el último post fuera el final de la novela La sonrisa de Klara, sino porque arrastro problemas de salud desde hace ya dos años, y he ido a peor. A lo largo de todo este tiempo he ido teniendo que ir (paulatinamente, sobre todo este último año) dejando de dibujar, de estudiar una oposición (y otros estudios), de escribir, de salir a correr, casi de salir a pasear, en resumen, de llevar una vida normal. La verdad sería largo de explicar, pero estoy aun esperando realizarme pruebas definitivas para saber que me pasa. ¿Increíble que aún no lo sepa? Pues sí, pero contarlo aquí sería largo y no tengo ganas y moral para ello. El neurólogo me ha asegurado hace unos días que en un 99.9 no sufro de una enfermedad cerebral o del sistema nervioso, pero ha solicitado una resonancia cerebral, y también tengo pendiente hacerme una dorso-lumbar. Por suerte hace unos meses he podido volver a retomar en cierta manera la escritura y he terminado alguna historia corta. He seguido a ratos dos novelas que tenía comenzadas. Una que era la segunda parte de la Sonrisa de Klara, de la que tengo ya escritos más de 600 folios, y se inicia en 2020 (es continuista de la primera, porque se ve que sucedió con algunos de los personajes transcurridos once años años, Ramiro y Daniel especialmente, ambos ya en Santander de nuevo, y que serán los dos principales protagonistas por separado, en dos tramas lineales y paralelas), y otra protagonizada por Julia, una mujer bibliotecaria de cincuenta y seis años de edad que terminaba, por unas serie de hechos luctuosos, en un extraño pueblo junto a su perrita, y de allí en una hermosa cala próxima donde tropezaba accidentalmente una suerte de hospital llamado El balneario del alma; a partir de ahí comienza una historia con tintes aparentemente fantásticos. Entre las historias cortas he sacado una novela corta de unas 110 páginas que acabo de terminar estos días y que puedo ya considerar mi segunda novela oficialmente, aunque no tengo claro el título aun, estoy entre tres o cuatro títulos distintos. En este caso sería lo que se conoce como nouvelle o novela corta, ya que es inferior a 40.000 palabras (poco más de 36.000). 

Durante estos meses además he recibido alguna propuesta de dos editoriales para la publicación de La sonrisa de Klara, aunque no he aceptado ninguna de ellas por distintas circunstancias.

Por lo demás, anteayer día 15 fue mi cumpleaños. Cuarenta y nueve años es una cifra horrible, pero suena bastante mejor que cincuenta ¿no?. A partir del año que viene a estas alturas (si sigo vivo) cuando me pregunten la edad diré 49+1, y dos años después diré 49+2, y así sucesivamente. Mi hermana pequeña, como siempre en los últimos años, me ha regalado un libro. En realidad dos. Su generosidad para conmigo es excesiva, al menos en esta clase de cosas. A mí no me gusta especialmente que me hagan regalos ni que me feliciten, me ruboriza, son cosas que a veces algunas personas quizá no se han entendido, nunca lo he hecho con ánimo desprecio, en mis adentros lo agradezco mucho. Por lo demás son dos libros que tenía muchas ganas de leer, ya le había comentado a ella. Esperaba que me regalara uno pero no dos. Pues sí. Dos. Y llegará un tercero por Reyes. Quizá porque sabe que mi mayor pasión desde hace años es la lectura (después de la escritura), y vivo enterrado entre libros.

Aun no he empezado a leerlo ya que los tengo desde anteayer y en este momento estoy con dos novelas y dos ensayos (suelo leer cuatro o cinco libros a la vez, he llegado a estar con ocho a la vez, en fin, es una locura bastante demencial, lo sé). Las dos novelas que estoy leyendo son Los inconsolables de Kazuo Ishiguro, y Al volver la esquina de Carmen Laforet (esta segunda, esquisita, que ya he leído pero quería leer otra vez, porque Laforet me maravilla), aparte de dos ensayos, uno de Giovanni Papinni, y otro de M. Cioran. Quizá realice alguna reseña más adelante de alguno de ellos, este año no he escrito ni una, y el año pasado ni lo recuerdo, pero ha habido muchas lecturas que han merecido loas aunque yo no sea un crítico consumado, pero al menos puede servir para dar alguna sugerencia a lectores. 

El caso es que las dos obras que me ha regalado son las siguientes. Uno sería un recopilatorio de Carson McCullers (1917-1967), una fabulosa escritora del Estados Unidos sureño que descubrí hace nada más que un mes y medio cuando leí su novela más conocida El corazón es un cazador solitario (unas 312 páginas), que escribió con solo 23 añitos, y que es absolutamente extraordinaria. Una novela perfecta. Me enamoró su prosa y sus personajes, especialmente, Mick (que maravilla de personaje), la niña casi adolescente que es el personaje central de la novela y un trasunto de la propia autora. McCullers tuvo una vida desgraciada, murió con solo 50 años y la mitad de ellos vivió muy enferma, pero la sensibilidad de esta mujer y su amor por la vida es algo fuera de lo común. En este caso el libro que me ha regalado mi hermana sería un recopilatorio de título El aliento del cielo (unas 700 páginas), donde van recogidas buena parte de sus relatos cortos, y tres de sus novelas cortas, La balada del café triste, Reflejos de un ojo dorado y Frankie y la boda. Hablamos de prácticamente el grueso de su obra salvo creo otra novela que tiene por ahí, un libro autobiográfico, un ensayo y esta sublime novela que he comentado, y que es la novela que la catapultó a la fama y su obra más reconocida.  

El otro sería De vidas ajenas (264 páginas) de Emmanuelle Carrere (1957), novelista francés y un escritor muy de actualidad, sin duda unos de los mejores, y que actualmente y desde hace años escribe novelas insparadas en distintos hechos y/o personajes reales. Yo he leído varias suyas y es un extraordinario escritor, de una sensibilidad que ya no se destila en la novela actual, leerlo es un placer aunque sus novelas son duras, crudas, y se dan sucesos realmente terribles, ya digo, con el añadido de que son sucesos reales que él investiga y relata como testigo. En esas mete su propia vida privada de por medio, y la literaliza, con sus consiguientes problemas a nivel personal (incluso en una de ellas con su divorcio de hace unos años y su ingreso durante un tiempo en una institución psiquiátrica). La literatura llevada a su máxima expresion de realismo, con una sensibilidad sin igual.






 



martes, 12 de septiembre de 2023

La sonrisa de Klara. CAPÍTULO 74. ÚLTIMO CAPÍTULO: KLARA

Pues sí, 74 capítulos después La sonrisa de Klara (suburban girl), esta primera novela que terminé de escribir en mayo del pasado año (con mayor o menor fortuna), llega a su fin. Huelga decirlo, para mí es bastante más que una novela por lo que representa, quizás por eso lamento que no haya más capítulos para subir al blog (bueno, podría subir algunos capítulos que meti tijera por considerar que eran irrelevantes para el devenir de la trama), y aunque estoy escribiendo otra (tras haber tenido que interrumpirla varios meses por problemas de salud), esta es y será siempre mi novela (aunque con matices, por lo que explicaré más abajo).

Sobre cuestiones que quería reseñar de este capítulo.

Klara no se trata de un capítulo extenso pero si especial, no solo por ser el último, sino también porque tiene algunos puntos importantes que lo diferencian del resto de capítulos. Podríamos decir algo parecido del primero, El sueño, donde en realidad no se sabe si es Klara o Daniel quien lo tiene. Al menos cuando has terminado de leerla y la analizas en detalle en una segunda lectura. El caso es que al terminar esta obra podremos especular con ello, pero nunca antes. Prosiguiendo con este último capítulo, lo primero que vemos es que Daniel ya no está, se ha marchado de Barcelona y, por tanto, ya no vamos a ver las cosas desde su punto de vista. Siquiera desde ese narrador externo que era BatemanXXII y aparecía de vez en cuando. A lo largo de la novela hemos visto a Daniel contar su historia, y hemos llegado con él hasta el final, con su regreso a casa. Hemos vivido con y a través de él una experiencia subjetiva, trasladada a través desde ese yo en primera persona que retrata principalmente su parte emocional (con esas disociaciones en 3ª pers. de BatemanXXII, avatar creado por él mismo en una página web que pasa a convertirse en el mundo real en una suerte de conciencia o parte racional del personaje). Entre medias, también hemos podido ver a ese otro Daniel en escenas donde aparece con Klara, escritas en cursiva y en presente de indicativo con el objeto de que el lector experimentara las mismas sensaciones que el personaje vivía en tiempo real (y no en pasado como el resto de la novela), lo que dotaba a la acción de la particularidad de lo novedoso y de lo incierto, que Daniel sufre como epifanías de un absoluto deslumbramiento.

No deja de ser evidente que aun con el protagonismo de Daniel (pues es su historia), la novela no le pertenece, pues la novela es Klara. Klara es más que un personaje, es la novela en sí misma. Cada página está empapada de su espíritu, todo lo que hace y piensa Daniel está condicionando por su existencia, gravita en torno a la pérdida y a esa extraña búsqueda de Klara en una ciudad que le queda enorme al principio y no entiende desde su mentalidad provinciana, y que también supone una búsqueda y un reencuentro consigo mismo. En conclusión, no existiría esta novela sino existiera Klara. Podría haber otro Daniel, sí, pero nunca podría haber otra Klara. Y lo más importante, Daniel jamás hubiera vivido lo que vivió sino hubiera conocido a Klara. Es por ello que al final debía ser ella quien protagonizara este último capítulo para cerrarla. Porque Klara merecía tener su propia voz interior, y porque no había otra manera de terminarla. 

Al principio escribí este capítulo en 1º persona, pero luego me di cuenta de que no podía hacerlo así. Es cuando comprendí que no podía impostar la identidad de Klara, pero si en cambio podía hacerlo desde un narrador en 3ª persona que le diera un poco más de distancia. Por mucho que estemos hablando de una novela, de algo que proviene del terreno de la ficción (y en buena parte de mis recuerdos), cuando uno se basa en la realidad y en personas reales como es el caso, hay que tener cuidado y ser respetuosos con la imagen que demos de esas personas en las que nos inspiramos. Es por ello que he intentado serlo con todas ellas (algunas de las cuales lo saben), pero especialmente con la persona en la que me inspiré para escribir a Klara. Sin ella nunca hubiera habido novela. Me he apoyado en el conocimiento personal que yo pudiera tener y recordar de su carácter, de su temperamento, de sus gustos, de sus afectos, de su amistad, de sus difíciles circunstancias en aquel tiempo, de su historia personal que depositó en mí sin conocerme de nada, otorgándome una confíanza que no sé si merecí pero que intenté responder lo que mejor que supe, todo lo cual le agradezco, aunque ella no lo sepa. Asimismo he intentado tratarla con el máximo respeto, sin entrar en detalles íntimos o prolijos, pues de lo que se trataba sobre todo era de mostrar a la persona que había dentro, más allá de sus circunstancias y de todo lo demás; a fin de cuentas, es la historia de dos personas que se conocieron, se acercaron y luego se alejaron por motivos X de la vida. Espero haberlo conseguido en cierta manera.

Y tras esta un poco atropellada explicación, que creo es importante, dejo aquí el último capítulo. 

Klara

(Para leerlo, clickear en el enlace y luego descargar el archivo)

En la imagen: Luna llena en Barcelona.






sábado, 2 de septiembre de 2023

La sonrisa de Klara. EPILOGO. Capítulo 73 (y penúltimo): En el fnac y en la terminal de Sants

Esto se acaba. Capítulo 73, penúltimo capítulo de La sonrisa de Klara (suburban girl). El 74 (es curioso, coincide con mi año de nacimiento, yo nací en diciembre del 74) y último lo subiré en unos días, y explicaré un poco el por qué está escrito desde una perspectiva distinta en cuanto a la figura del narrador.

Finalizando su paseo por Barcelona antes de su regreso definitivo a Santander, Daniel entra a un Fnac que hay en el centro comercial del Triangule, y allí encuentra una novela de un autor japonés que no conoce pero cuya portada le resultar bastante familiar. A última hora de la tarde toma camno a la estación de Sants, para coger el bus de vuelta.   

En el fnac y en la terminal de Sants

(Para leerlo, clickear en el enlace y luego descargar el archivo)

En la imagen: Estación de Sants (Barcelona)





sábado, 26 de agosto de 2023

La sonrisa de Klara. EPILOGO. Capítulo 72: ULTIMO PASEO POR BARCELONA

Bueno, gota a gota, dos capítulos más y terminamos el epílogo y final de la novela. 

Es el último día de Daniel en Barcelona y decide hacer un último paseo matinal realizando un poco el itinerario del día que llegó, antes de coger el autobús a Santander esa misma noche. Entre los lugares por donde pasará está, lógicamente, Las Ramblas.

Último paseo por Barcelona

(Para leerlo, clickear en el enlace y luego descargar el archivo)

En la imagen: Las Ramblas (Barcelona)